lunes, 17 de septiembre de 2007

Cuaderno de Agua



¿Cómo puede derivar el insomnio en poesía?, ¿dónde radica el motivo expotador de la creación? Cuaderno de Agua (Fondo Editorial Tierra Adentro), del escritor y ensayista capitalino Jorge Solís Arenazas (Ciudad de México 1981) es el resultado literario de una crisis de salud por la que pasó el escritor, cuya obra será presentada el próximo jueves 13 de septiembre a las 20 horas en el Express Arte Café, auspiciado por el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes.

Cuaderno de Agua está conformado por Tabula Rasa, Debajo del muñón del pulpo, Escolios y Cuaderno, donde cada bloque o capítulo constituyen específicas representaciones simbólicas de riqueza evocativa y recursiva, en la búsqueda constante por encontrar la escritura en su estado más primigenio, permeando de reflexiones, confesiones y decantaciones estéticas, tomando como cómplice al lector.

Tabula Rasa, primer cuaderno con el que abre el volumen, comienza con una advertencia y una dicotomía entre el todo y la certeza de la existencia. Una exploración hacia la alucinación y la intervención onírica con la realidad fugaz: “Lo que ves es todo lo que es El Ojo es todo lo que hay”, revela Solís Arenazas. “Mira bien: lo que ves es todo lo que es”.

¿Acaso la certeza del silencio permite imaginar otras vertientes representativas en el lenguaje poético? el también autor del libro de ensayos Entre la iguana y el colibrí desarrolla una bifurcación literaria, entre el cuestionamiento estructural de la poesía y a diferente disposición de las posibilidades del lenguaje poético. Así, tenemos un ejercicio de circunscripción simbólica en el tercer texto de Tabula Rasa: “Donde dice “Ojo” debe decir algo más. No en el vocablo diferente, la diferencia. Donde dice “Ojo” podría seguir diciendo “Ojo” si el signo se trascendiera. Incluso podría decir “Ojo” –en una red inmensa donde la posibilidad fuera el camino de lo total”.

Seis años le tomó a Jorge Solís Arenazas concluir Cuaderno de Agua, cuyo proceso de creación, no exento de vicisitudes enfermizas, se vio engalanado con la obtención del Premio de Poesía Joven Elias Nandino 2006, certamen convocado por el Fondo Editorial Tierra Adentro del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Dicha distinción al obtuvo Solís Arenazas después de competir ante 228 trabajos, dictaminados por Víctor Manuel Cárdenas, Carmen Villoro y Héctor Guerrero, siendo Cuaderno de Agua la número 226.

Jorge Solís Arenazas propone un proyecto de escritura que “más que buscar una trascendencia, tenía que ver con los límites del lenguaje en el mundo formal”. ¿Acaso el lenguaje está limitado por el silencio? El autor considera que se sintió interesado por el silencio, “lugar donde el lenguaje no puede llegar y que para mí representa una enseñanza sobre nuestros propios límites y nuestra finitud”.

Sin embargo, el horizonte de expectativas del autor se desdobla y revela una irónica implicación del lenguaje en la concepción del silencio. Es en Cuaderno, donde ese vacío se presenta evocado desde el lenguaje poético: “No camina el tiempo por otra ciénega distinta a las vértebras. Hundida en mis piernas, esta grapar me impide caminar: se abre en el Insomnio de Nadie. De este sitio se desprende la escritura”.

¿Cuál es la situación del lenguaje ante el silencio al que se refiere Solís Arenazas? más que un silencio es un aliciente. Una frase de Octavio Paz bien podría reforzar el argumento de Solís Arenazas: “Enamorado del silencio, al poeta no le queda más recurso que hablar”. Y nuestro autor demuestra que habla desde la poesía empeñada en mostrar los límites de la enunciación, cuando afirma que su escritura parte de un lenguaje herido, que no puede decir las cosas con inocencia, y que rigurosamente interroga a cada una de las palabras como una manera de dimensionar el lenguaje éticamente.

Así lo demuestra en otro de sus pasajes figurativos: “La pregunta: algo se ramifica sin detener la hélice, los caminos cuyo imán borra la esfera. Detrás de la soga, ningún paso que no diga la imagen. Al llegar a ese lugar, llueve la trajinera hacia abajo. El cuerpo sin reunión es la apertura. Todo es huella del arco floral. Esos breves portales para la navegación no tienen nombres; escapan a cualquier letra. Sobre el agua cruje la madera, el remo vuelve al ritmo, es la letra su propia ausencia”.

Cuaderno, sin duda la parte más elocuente del ejercicio poético en prosa, permite dilucidar la inquietud de autor y sus esfuerzos por trascender a sí mismo, de denunciar la función de la escritura como aliciente pudoroso: “Desconfío de los poemas que dan la impresión de que el lenguaje y el ser son puros, inmediatos, asépticos. Este tipo de lenguajes pueden funcionar desde una perspectiva estética pero la poesía no puede circunscribirse únicamente a ello”, refiriere el poeta.

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