domingo, 3 de junio de 2007

Eduardo Milán y la lírica grande.

"Se trata de encontrar un pensamiento que implique darle una cierta objetividad desde el punto de vista del conocimiento”, así definió el poeta uruguayo Eduardo Milán el objetivo primordial del curso La lírica grande, América Latina en su poesía, seminario auspiciado por el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (IQCA) que imparte el autor desde el 16 de febrero hasta el primero de diciembre del presente año en el Centro Estatal de Formación Artística y Cultural (CEFAC).
En torno a este seminario se dan cita escritores, lectores y público interesado en tener un acercamiento más directo con la literatura, particularmente con la poesía hispanoamericana. “Llevar lo que se entiende como creación, acompañada de un áurea y un misterio, a un pensamiento que implique darle a la poesía una objetividad para el conocimiento” es un esfuerzo implícito dentro del seminario que trata de conjugar un acercamiento objetivo en los niveles de conciencia dirigidos a los terrenos de lo subjetivo propios de la lírica, precisó Milán.
Entrevistado dentro de las instalaciones del CEFAC, a Eduardo Milán se le cuestiona si la poesía ocupa el mismo lugar histórico que tenía cien años atrás. “Sin duda no, cien años atrás teníamos un conflicto con la realidad y manifestación del arte, pero este cuestionamiento ya no está en juego”. Hoy nadie, a decir de Milán, se plantea cuestionamientos sobre la realidad del arte, si éste va a renacer o va a ser otro producto a partir de las vanguardias, “ahora se trata de aceptar un sobreentendido de lo que no se sabe del arte”, señaló.
Un presupuesto necesario para la comprensión de la obra de arte en general en la realidad contemporánea es una confrontación del ser humano ante la obra misma, una especie de relación dialéctica y crítica que distingue la presencia de la obra en el tiempo y espacio subjetivos, que confrontan a la realidad del presente y que no necesariamente se encuentran en la obra, “uno como lector tiene que evidenciar las crisis a la obra, sacarle la edad, develar sus marcas y reinterpretarlas”, según el autor de Manto.
A pesar de una hipotética existencia de la lírica dentro del entramado social, para Eduardo Milán ni el creador ni el lector de poesía ocupan una función social dentro de dicho entramado: “me gustaría que la tuvieran, pero más que función el creador y el lector tienen una conciencia de que la lírica no tiene una significación como la tenía anteriormente”. Para Milán la existencia de seminarios en torno a la literatura manifiesta un interés extendido no sólo entre lectores y escritores, sino en público en general que le aportan “ese pensamiento alrededor de la obra” que constituye una actividad de retroalimentación entre el arte y su gente.
Más allá de especulaciones en torno a las obras célebres de las letras hispanoamericanas presentes dentro del programa del seminario, tales como Neruda, Gorostiza, Paz, Sabines, Cervantes, se intenta establecer una nueva implantación de criterios a partir de la obra misma. “Un texto de Borges tiene la escritura de siempre, pero esta no tiene la misma significación en todo momento, está alterada, incluso, porque la necesidad de esa escritura, de cara a otro tiempo histórico, es otra”. Y continúa su reflexión: “la perennidad de la obra no depende de la interpretación, depende de la conciencia histórica que tiene el lector para modificar esa interpretación”.
Eduardo Milán reconoce que, en contraste con la existencia de la belleza como un elemento indispensable para la creación literaria clásica, en la actualidad se soslaya ese elemento: “ya no importa, no le pedimos belleza, le pedimos una capacidad de conmoción”. Esta sentencia está directamente implicada con la continua demanda de conmoción que expresa nuestra realidad histórica. “Incluso esta demanda está saturada de conmoción, sabemos que estamos en guerra, que Estados Unidos invadió Iraq, sabemos que vivimos en un peligro latente alrededor”, arguyó.
Pero esta demanda de conmoción emanada de la realidad cotidiana no es explotada por la poesía, “no necesariamente conmueve en los terrenos de lo real”, precisó Milán. Sin embargo, el autor reconoce que a partir de la predilección por la realidad, que configuró el espíritu del siglo veinte, “desarrollamos pulsiones a partir de que no se puede aprehender lo sustancial de nuestro entorno, aceptamos de la realidad lo que todavía no aceptamos del arte, a pesar de que de alguna manera el arte siempre va por delante de la realidad”, sentenció.
A partir de esos pensamientos, Eduardo Milán destaca reflexiona: “recién estamos aceptando que el arte no es lo que nosotros lo entendíamos como sucedáneo de lo que nuestras carencias inmediatas, sino que es algo que implica principalmente un explotación del saber y la lucidez”.
Sobre sus próximos proyectos vaticinó que “seguiré dando clases y cursos, presentaré un libro de ensayos sobre poesía mexicana y un par de libros de poesía, uno en México y otro en España”, de próxima aparición.
Allegado a México desde 1979 en flagrante persecución a Pedro Páramo, relacionado desde la poesía con Octavio Paz, José Emilio Pacheco, entre otros, Eduardo Milán se sabe presente dentro del espectro lírico latinoamericano y con una presencia mexicana histórica. “Eso me conectó para bien y para mal con el estado del arte literario mexicano, me hice de amigos y enemigos hablando de las cosas que uno defiende. Tal circunstancia constituyó una plataforma importante, a partir de ese momento establecí un contacto crítico con las posturas literarias de la época, lo que sin duda no significó un lecho de rosas en el heterogéneo mundo literario mexicano”. Se define a sí mismo como un creyente del debate de las ideas, “la participación intelectual en la cultura es precisamente el debate; no es una forma de brindis, ni tampoco el ninguneo, es la manera de incidir y de intervenir desde los diferentes puntos de vista en torno al pensamiento y la reflexión lo que enriquece a la creación”, concluyó.

1 comentario:

Javier Raya dijo...

Hola, Campos. Buena entrevista. No tengo nada que decir, todo lo dijo el maestro. Saludos.