viernes, 1 de junio de 2007

Homenaje póstumo a Pablo Osejo

Me quedó a deber una cita y le quedé a deber una llamada ¿o fue al reves? Nunca lo sabré. Me trató como si me conociera de toda la vida. Me metió a su casa con la confianza que sólo un viejo como él puede ofrecer. Siempre agudo, alerta de todos los detalles, ferreo observador y enorme apasionado de todo lo que sea literatura. Le quedaron muchos pendientes... ya los cumplirá.
Ofrezco una entrevista que devino en clase magistral de periodismo el 11 de febrero del 2006 en su humilde casa. Don Pablo: lo voy a extrañar; disculpe la grosería de homenaje que le dedico. Periodistas somos y en la Senda andamos.

Pablo Osejo, por Juan Patalarga.

10 de febrero de 2006.

Una casualidad. El encuentro fue fortuito pero oportuno para arrancar algunas respuestas a una personalidad sagaz, a quien un pelo tapiado de canas no le impide erguirse y delatar una vida dedicada a casi todo, casi con sorna, casi con humildad. Por la manera en que habla se infiere un dejo de pedantería y prepotencia burguesa, pero una de las casa más modestas albergan al hombre que pasó de ser un periodista de la sección de sociales hasta funcionario de Hacienda. Negado desde un principio a dar entrevistas, se desglosa parte de su retrato en un diálogo consigo mismo, entre memorias y olvidos:
Soy Pablo Osejo, papá del columnista del am, Luis Gabriel Osejo. Voy a cumplir setenta y tres años en junio próximo y siempre he escrito. También soy periodista, pero no solo eso. Fui de todo... en esta vida he hecho de todo. Habías de ver todo lo que dicen de mí todos los diarios, revistas y demás: am, Noticias, Diario de Querétaro, la revista Actores y Escenarios, El Corregidor. En realidad ya no estoy para entrevistas porque de mí se ha dicho de todo. Los medios dijeron todo de mí. Ya con los años que tengo en el medio ya no se qué te pueda decir.
Yo, entre otras cosas, fui director de la revista Senda, que se publicó desde 1977 hasta 1979. Es la única revista Queretana que ha trascendido más allá de Querétaro. Es de las mejores revistas que se ha hecho. Y no lo digo yo ¿eh? Lo dice la prensa. Pero no porque haya sido yo el director, sino por la gente que trabajó en la revista. Ahí trabajaron conmigo: Sergio Arturo Venegas Alarcón, que es director adjunto del Diario de Querétaro. Trabajó conmigo Carlos Jiménez Esquivel, que ahora es director editorial de Noticias. Trabajaron conmigo los fotógrafos: Cervantes, Juan Botello, hermano del secretario general de gobierno. Trabajaron periodistas como Pablo Cabrera, que es uno de los grandes poetas queretanos. Sin embargo, a pesar de mi amistad con Sergio Arturo Venegas mi hijo nunca podría trabajar en el Diario, de hecho le cerraron las puertas. Es por la línea editorial que les mandan desde arriba. Por eso Sergio no hace más que seguir la línea y punto; por eso su diario es malo.
Dentro del periodismo empecé criticando a la política, a los políticos, a los que son ladrones y corruptos. Una vez con Hank González cuando se hablaba de que al Distrito Federal llegaban un promedio de trescientos provincianos al mes, por el fenómeno de migración, allá por los años cincuenta. Hank González dijo públicamente que al D. F. solamente iban los valientes. Entonces le hice una crítica muy fuerte que le entregué personalmente, en una entrevista que tuvimos. Le dije que al D. F. se iban los cobardes, porque hasta la colonia más pichurrienta tenía luz de petróleo, mientras que aquí en provincia seguíamos abandonados con caciques, malos gobernadores y policías.
¿Brincando de la función pública al periodismo? ¡No, no, no, no, siempre escribí aún trabajando en el gobierno federal, estatal o por mi cuenta! A pesar de las pláticas a causa de mis reportajes. Pero nunca me llamaron la atención, so pena de mandarlos a la fregada.
Dicen que ha cambiado mucho la ciudad de Querétaro. Antes todos los queretanos se conocían entre sí, pero ahora no. Eso no es cierto, a mí todavía me saludan. Pero no me considero famoso, ni que se me haya subido el éxito. ¡Ay es que la gente se marea! No a mí no. Pero no solamente fui director de Senda. Fui contador general de la Secretaría de Recursos Hidráulicos; administrador general de la Presa Constitución; jefe del departamento de alcoholes; procurador general del trabajo en todo el centro del país; delegado en Querétaro de la Sociedad Nacional de Periodistas y Escritores ¡No hombre, yo ocupé muchos cargos importantes! La revista Senda fue pecata minuta.
A pesar de los cargos importantes el dinero nunca me interesó. De periodista no ganaba dinero, ganaba más de los negocios que tenía por fuera, como mi cafetería, La Calabaza, que fue la primera en Querétaro en ofrecer café, música y libros. De periodista nunca gané nada. Escribía para El Universal algunas colaboraciones de a gratis. Casi pagaba para que me dejaran escribir. Además es muy fácil que uno andando en el ambiente se crea mucho, pero conmigo no fue así. Yo siempre fui muy humilde y muy modesto.
Y sí, también hubo mujeres. ¡Uy! Hubo varias mujeres. Era bien fácil encontrarse con mujeres dentro del periodismo, sobre todo cuando trabajé en la sección de sociales. Ellas piensan que porque uno anda metido en el medio, uno es rico, famoso, conocido, que uno anda de fiesta en fiesta. Por eso me seguían demasiado. Tuve varias mujeres que se entregaban por mí. Me escribían poemas o escritos, todas ellas, no hubo una que no me escribiera por lo menos unos versos. Yo aprovechaba a veces y los publicaba en los periódicos donde fuera. Las mujeres hablaban maravillas de mí porque yo siempre fui una persona muy honrada y honesta. Siempre me gustó tratar bien a las mujeres.
Soy uno de los hombres más afortunados. Hice lo que quise, cuando quise y como quise. Nunca me sentí arrepentido de nada. Siempre me dediqué al trabajo, que fue lo que me dio todo. A lo mejor sin dinero como antes, pero con la satisfacción de haber trabajado muy duro y de haber conocido a mucha gente que no cualquiera podía conocer. Yo me hablé de tú con el presidente, con el gobernador, con actores, escritores... Siempre me la pasé muy bien con los amigos, hicimos mucho relajo y rodamos de aquí para allá.
Hace algunos meses todos los periódicos hablaron de mí. Estuve delicado de salud y pues me tuvieron que intervenir. Ya nada más estaba pensando qué me iba a pasar. ¿La muerte? No, no le tengo miedo. Te voy a decir algo que se me quedó bien grabado, y que me identifica plenamente con mi forma de pensar. Una vez entrevistaron a Michael Burton, el actor protagonista de la película La Reina de Saba. Le preguntaron si tenía miedo a la muerte. Él les contestó: Ya fumé demasiado, tomé demasiado y amé demasiado; puedo morir en paz. ¡Y así es como estoy ahorita! Ya me eché mis buenos tragos, fumé mucho y tuve muchas mujeres a las que amé mucho. Ya me puedo morir contento y en paz.

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