domingo, 29 de julio de 2007

Diablo Guardián, de Xavier Velasco.

Se ha escrito mucho en torno al Diablo Guardián de Xavier Velasco, y sin embargo siempre queda más por decir. Acreedor al premio Alfaguara 2003, Velasco narra y se explaya a través de sus personajes: Violetta, Pig, Nefastófeles, Saks (quien tambián funge como personaje diegético). No niega que su narración haya estado permeada desde el principio de un tufo autobiográfico evocador y vanguardista. De hecho pertenece a una tradición literaria formal y mexicana, con altos vuelos.
La novela en sí sabe aprovecharse del lector, las sorpresas quizás son predecibles y coquetean con una inminente parabola cinematográfica gringa, pero se consagra en el momento en que Velasco le pierde el respeto a los personajes y los deja decidir el eje dramático. Se nota en el recorrido de la lectura que el personaje decide por el escritor, cobra vida y abre la polémica: ¿es ineluctable que la obra trascienda al autor? o por el contrario ¿son instituciones inseparables y concebidas una de la otra? Un amigo sociólogo me comentaba que Xavier Velasco no es una persona que le de gusto conocer, "me cae muy mal porque es un tipo chocante, arrogante y de la clase intelectualoide mexicana que se creen con atribuciones deidificantes". Sin embargo no conoce la obra de Velasco. Considero que la obra está separada del creador, tiene vida propia y no podemos definir a la obra a partir de su autor. Diablo Guardián tiene mucho de eso, es inegable la petulancia -que me da igual- de Velasco cuando tiene oportunidad de compartir espacios televisivos con Nicolás Alvarado, et. alt. La obra entonces cobra dimensión y se desprende del autor, cobra vida propia y se hace patente en la realidad paralela del universo creativo. La muerte del autor y la inmortalidad de la obra, Violetta desecha con sus mismos recursos a su autor. Es interesante imaginar en qué categoría colocaría Violetta al mismo Xavier Velasco.
Está de más recomendar la obra. Narrativa con efervecencia violenta, predecible por momentos y con chistes algo anacrónicos pero efectivos -la historia se desarrolla en la década de los noventa, interesante disposición narrativa, hilo dramático eficiente que respeta la integridad del juicio del lector, un final rosa que contrasta con la acidez de su protagonista, pero que favorablemente contrasta sin perder verosimilitud. Leerla implica poner indefinidamente un cd de Iggy Pop y esperar encontrarse con casualidades generacionales propias ¿aja?

1 comentario:

Lilián dijo...

Ja, acabo de leer "Éste que ves" (título que irremediablemente evoca "Estas ruinas que ves", del maestro Ibargüengoitia) y está agradable, supongo que Velasco jamás superó del todo su niñez. Yo no digo que sea EL AUTOR que México esperaba, ni mucho menos. Diablo Guardián tiene todo en contra: el título baboso (claro que está baboso porque quiere ser un juego de palabras ágil y termina siendo una perogrullada) y el final todavía más baboso y cursi, pero es muy honesto y muy divertido. Pero qué te digo, mañana seguramente charlaremos de esto "y más".
Saludos black