sábado, 28 de julio de 2007

Los compañeros de viaje.


Para Gustavo Ott, Lucho y la gente que va conmigo.

O lo que en palabras de un célebre dramaturgo venezolano sería el poder de la influencia. Nos proporcionó a su tiempo una palabra casi imposible de pronunciar para los que no hablamos alemán: wahlverwandshaft, que lejos de su etimología estricta remite directamente a los compañeros de viaje. Todo proceso creativo -decía Francisco Núñez- implica necesariamente una parte eminentemente emanada de la influencia. Cada fragmento de nuestra creación estará condenado a llevar un atisbo de esa influencia que con o sin intención hemos elegido para que nos acompañe en el sendero de la creatividad y la imaginación. Palabras, escalas, barridos, saltos, estructuras... sin importar la disciplina, todo al final de cuentas se permeará de esa influencia, una manera humilde e inteligente de concebir a un maestro. La influencia no implica copiar, sin embargo. Es un compromiso ético del creador consigo mismo y con su obra que le apuesta a la dramática propia, sea en la disciplina que sea. La influencia implica conocimiento propio, atrevimiento por conocer la vida de otros con los otros, la investigación para la obtención de información que generen recursos y la vuelta a los grandes maestros, que ya implica de por sí un reto restrospectivo moral y ético, ya no simplemente por una llana necesidad creativa, sino por el carácter intríseco que tiene la historia sobre la obra del creador.
La palabra originalidad generalmente suele utilizarse en los contextos de unicidad y vanguardia; al contrario, la originalidad es la necesidad imperiosa de regresar al origen (se obvia desde la raiz) y despachar nuestras virtudes a la confrontación de la historia, lejos del canon cataloguista. Por lo tanto, la influencia de un inminente encuentro con la historia no impide la originalida, te lleva a ella. Los maestros -decía Ott- están peleándose por ti cada vez que entras a la librería, por ejemplo: ¡Hey, acá estoy, llévame contigo! ¡Hey, tengo algo que contarte!
Aquella mañana del 20 de julio Gustva Ott fue tajante: ¡Vayan y encuentren maestros! ellos serán sus compañeros de viaje. A mí no me gusta viajar ligero por "la vida" (alguien sabrá entender esas comillas), cargo con mis compañeros de viaje a todas partes. Desde aquel 20 de julio ya necesitamos, mis maestros y yo, andar de la mano.
Fotografía: Piet Corr "Allan Moore con máscara 2001"

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