viernes, 20 de julio de 2007

Los Caprichos de la Carne se revelan

“Los Caprichos de la Carne”, obra teatral escrita y dirigida por Martín Zapata, “se gestó a partir de un trabajo conjunto entre el dramaturgo y actores los actores, quienes a manera de colectivo, desarrollan el resultado que se produce en escena”. Dicha obra forma parte de la Quinta Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia 2007, evento auspiciado por el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes.
Desde los linderos de la creación, Zapata reconoce la ruta creativa que persigue “Los Caprichos de la Carne”: “escribo desde un inicio para la puesta en escena, para explícitamente dirigir la obra”, permeando el montaje con un gran conocimiento de la obra por parte de Zapata, recurso utilizado por lo menos por tres dramaturgos más.
“Los Caprichos de la Carne”, obra dimensionada en tres actos, consigue el acercamiento saturado a polaridades emocionales, aparentemente contradictorias e irreconciliables: lujuria y odio, pasión y rencor, celos y deseo… el dramaturgo, consecuentemente, insinúa una obsesiva fijación por el amor triangular, sin embargo, reconoce que “su gestación se dio de manera casual, a partir de la trama”, por lo tanto no se presenta la temática del amor triangular premeditadamente.
“¿Y cómo fue la primera vez?”, frase detonante de un proceso catártico que pasa de boca en boca de cada uno de los personajes, donde el trabajo de dirección del mismo Martín Zapata desde el escenario la define como “una obra que tiene como sentido rector la catarsis”, a partir de la correlación ácida y autodestructiva que desborda la actuación.
La última entrega del también autor de El insólito caso del Señor Morton, planeta una especulación tridimensional: la estética, la patología y la imaginación, que a la vez permea el amor melancólico y vulgar en el drama: “no fue una cuestión conciente, creo que desde que comienzo a escribir y la obra se dirige hacia ese destino, no me propuse hacer una relación entre la estética y la pornografía, más bien la obra se dio así”.
Tres actores con escenas avivadas, impregnadas con un instinto vanguardista latente desde la cuarta pared, desbocan desnudos agresivos y violencia carnal, todo como consecuencia oportuna que se permitió el dramaturgo guerrerense: “no dejé censurarme a mí mismo, la obra siguió un rumbo y degeneró en esto”.
Sin ánimos de pretender una reflexión intermitente en torno a la elegante provocación que espeta “Los Capricho de la Carne”, la tónica escénica la marca el trabajo de resonancia creativa entre actores y directores. Según Zapata: “los actores son alumnos míos desde hace muchos años, después nos hemos hecho amigos antes de trabajar la obra, pero esta siempre fue creada en resonancia y constante comunicación con ellos”.
Posterior a la presentación del montaje y en plena postura autocrítica, Martín Zapata reconoce que “falta fortalecer elementos como el texto, sin embargo no concibo el montaje como la etapa final, sino más bien como el principio de una segunda etapa de maduración”.
Apostando a una sensibilidad actoral lacónica, pero desinhibida y febril por parte de los actores Manuel Domínguez, Zazyl Anguiano, Horacio Trujillo y Paula Comadurán, nuestro entrevistado declara: “lo que nos propusimos fue detonar profundidad emocional con el menor recurso externo, eso generará emociones más profundas y expresión interior de los actores”.
Al respecto, el actor Manuel Domínguez, interprete de Ernesto, manifiesta su satisfacción por “la recepción amplia por parte del público, siendo esto un acierto de la obra que coquetea con la pornografía pero no colisiona con lo efímero de esta”.
Asimismo, hablando desde la vertiente escénica, Domínguez destaca el perfil de los personajes: “la psicología, sus arraigados problemas personales, el sexo ascéptico para calmar distintas inquietudes”. Por lo tanto –arguye Domínguez- la obra de Zapata es demandante para el actor, exige “poner mucha atención por lo peligrosa que es, el texto tiene una estridencia tremenda, por lo tanto actoralmente requiere de un carácter preciso para no manchar más el texto”, concluyó.
* Fotografía: Antonio Gesmundo, "Elena no. 1"

1 comentario:

Anónimo dijo...

en verdad muchas felicidades por su gran obra, creanme que me quede sorprendida por lo sercana que esta esta obra de la realidad ya que no dice nada que no sea cierto. muchas felicidades. espero y muy pronto tenga la oportunidad de ir nuevamente a una obra dirigida y realizada por usted.